El cuerpo rodó por el suelo. Una mujer pálida corrió. Se sentó a su lado, ensuciando su vestido negro con el asfalto. Ella, con una sonrisa amorosa, acariciaba la cabeza ensangrentada. El hombre del carro bajó tembloroso. Un transeúnte llamó al hospital. En el momento que llegaron los paramédicos la mujer, cuidadosamente ayudó a subirlo a la camilla. Cuando partió la ambulancia, ella recogió una hoz y se marcho.