martes, 16 de abril de 2019

Bukowski: de la banalización al arte poético



Una vez hablaba con un poeta y me decía “lo malo de Bukowski son sus seguidores”. Yo cambiaría la frase a “lo más triste de Bukowski es su marketing”. Quizás todos los que hemos leído a los malditos en algún momento quisimos imitarlos para alcanzar su grandeza, pero esta se nos escapó porque nunca entendimos la ecuación: no fue la locura la que los llevó a la creación sino la creación la que los llevó a la locura. Al final lo que terminamos emulando fue esa caricatura Hollywoodense de sexo, drogas y rock and roll que nos hace sentir rebeldes por unos minutos. Quizás lo más triste resulte siendo que el mismo Bukowski no quería quedarse en la caricatura e intentó hablar claramente “it's that kind of war: creation kills”. Pero son pocos los que les prestan atención a esas sutilezas del lenguaje y la mayoría prefieren quedarse con lo que haga sentir bien consigo mismo. Al final entiendo a la fanaticada de Bukowski: es más fácil ser un borracho que un gran escritor. Caemos en la misma banalidad de las cremas reductoras: en una botella esta lo que, sin esfuerzo, cambiara tu vida.

No estoy en contra de lo banal, pero no se puede confundir con lo artístico, con lo poético. Todos tenemos alguna banalidad en la vida, pero enfatizarla es dejar la poesía a un lado y convertirse en la caricatura de lo que otros quieren. El poeta esta para escribir aquello que lo conmueve, que lo turba, hasta que esa energía sea creación y pueda otorgarle algo al mundo. Cuando se tiene ese algo para otorgar, y se pude lograr otorgar, es quizás el momento más difícil del poeta porque tendrá que enfrentarse a la banalidad del mundo y aun así seguir creando. Creo que aquí hay que especificar que para mí lo banal no tiene que ver con un determinado acto, porque sería una clasificación que dependería de lo cultural, del momento histórico. Preferiría decir que lo banal es todo aquello que no tomamos enserio porque no es vital. Por eso para Bukowski la cerveza termina convirtiéndose en algo sacro y para algunos de sus seguidores termina volviéndose en algo banal. Para Bukowski la cerveza es lo que le permite soportar el peso de la creación, se convierte en vital porque con ella puede soportar la sensación perturbadora que es su mirada sobre el mundo.

Quizás en su época Bukowski era un rebelde, pero su comportamiento ya no es una rebeldía el día de hoy. El Marketing ha hecho mercado de todo y aquello que en el siglo XX era una revolución ahora es solo otra forma de comercialización, o si no me creen miren cuantas camisetas del Che Guevara hay a la venta o las bellas mascaras de V de Venganza. Al final no importa, el poeta solo tiene una forma de revolución: la palabra. No importa cómo te comportes el único camino es la palabra.

Ya que para ser un borracho no necesito de Bukowski, sino algo de alcohol, mi interés en su literatura es su poesía, en ese diálogo que se crea entre el lector y el texto, y no pretende iluminar a nadie.

Como mucho me sentí fascinado al leer “como ser un gran escritor”, esa promesa de la banalidad y el placer es atrayente cuando se lee con ingenuidad. Cuando lees y relees un texto muchas veces, en especial un poema, vas quitándole la piel y se va volviendo cada vez más complejo. Un buen poema crece con cada lectura y eso me pasa con ese poema de Bukowski. Su título juega con lo que ahora nos gusta tanto: los manuales, las guías, las formulas. A medida que avanza este siglo XXI las personas se concentran cada vez en buscar más y más manuales para facilitarnos la vida. Pensamos que la vida es una estructura a la cual ponerle tornillos y solo necesitamos saber en dónde ajustarlos. Lo irrisorio del asunto es que estamos en un punto donde hay un gran mercado de manuales que nos dicen cómo vivir, pero donde estamos más perturbados mentalmente. Parece que esos manuales no nos sirven. Cuando entras en el poema terminas entendiendo que ese “como ser un gran escritor” tiene una ironía implícita y una palmadita en la espalda para quien realmente quiere crear.

La primera parte del poema podríamos llamarla la experiencia.

Tenéis que cogerte a muchas mujeres
bellas mujeres
y escribir unos pocos poemas de amor decentes

Podríamos, como muchos, quedarnos en la interpretación literal de la frase y no habría nada que decir de este poema. O podríamos ser un poco más críticos y cuestionar: ¿Por qué escoger la poesía para hablarnos de los “tips” para ser un buen escritor? La respuesta termia siendo: necesitaba silencios e imágenes, y no un discursito. La sexualidad y el lenguaje descarnado juegan aquí como imágenes. Es un consejo como metáfora de otro consejo. Bukowski aquí nos está hablando de tener muchas experiencias antes de escribir, al fin y al cabo, esto fue lo que le permitió escribir exitosamente. El primer eslabón de un escritor es su propia vida, y si no me creen pregúntele a Hank, aunque probablemente “Hank won't answer”. Algo importante de esa experiencia es que debe ser visceral, ósea no una experiencia banal de entre y salga, tampoco una experiencia meramente intelectual.

El sexo es una experiencia que compromete todos nuestros sentidos (gusto, tacto, olfato, oído, vista), una experiencia que compromete nuestro tiempo y espacio, nos aísla del mundo, no hay más que la vida ofrecida a nuestros sentidos. Pero el sexo es también un acto intensificado por nuestro pensamiento, lo cual termina involucrando al individuo completamente. Por ello termina siendo una bella metáfora de como debes empezar a escribir, como enfrentar el proceso creativo. Para Bukowski la escritura se enfrenta con todo y si no “don’t do it”.

Esta idea de la sexualidad se une con la idea del resultado a la hora de escribir: pocos poemas de amor. Personalmente he visto la poesía como el perfume o el wiski, un proceso de destilación que permite la saturación de la emoción y la experiencia, es un proceso que condensa lo más poderoso que tenemos como ser humano. Esto lo veo en ese fragmentó, luego de haber vivido mucho condensamos para lograr algunos poemas. Este proceso no se trata de escribir poco, sino que el resultado no es masivo. La poesía industrializada no existe. La otra idea que aparece es que el resultado de experimentar la sexualidad no son poemas eróticos, sino poemas de amor. Obviamente no es el amor romántico hollywoodense, así que quítense la idea del amor eterno, eso solo sirve para vender tarjetas en San Valentín. No tengo más remedio que remitirme a la llama doble de Octavio paz, donde el amor es la transformación del sexo en algo más. Recordemos que la palabra poesía viene del latín Poesis, que es crear, construir. Por ello hacer un poema no es solo relatar una experiencia, sino tomar la experiencia para construir, por eso después de fornicar empezamos a crear.

La siguiente parte del poema podríamos llamarla el miedo.   

y no te preocupes por la edad
y/o los nuevos talentos.

Antiguamente no teníamos una longevidad tan larga como la que tenemos ahora, bueno en la mayoría de la población. Y aunque haya casos de hombres antiguos que vivieron largo tiempo, esto no era una regla para todos.  Dependiendo de cada época la edad de vida promedio cambia, pero no son muchos años: 25, 30, 35, 40. El ser viejo para los primeros hombres representaba ser vulnerable y su jerarquía entre la tribu (por no decir manada) se perdía ante líderes más jóvenes, más capaces físicamente. Las condiciones eran dura y eso parece haberse quedado en nuestra genética. El miedo a la edad es algo que podemos palpar en todas las civilizaciones, en unas más acentuadas que otras. En muchos escritores o prospecto de escritores que he conocido esto se ve palpable, temen envejecer, quieren ser Peter Pan, gran parte de su energía se desgasta en la preocupación de que no han disfrutado su vida como debían, que no han creado como debían. Todos quieren ser Rimbaud.

A esto se debe agregar la necesidad capitalista (o comunista) de la competencia. El intento de industrialización de las artes. Desde antes de Bukowski existe una competencia por relucir ante el mundo, de ser mejor que… Pero la poesía escapa de todo eso, no le importa el tiempo de los hombres. Así que el poeta tampoco puede preocuparse por esta competencia impuesta. Ha de liberarse del peso histórico de la muerte.

El siguiente verso dice

“Sólo toma más cerveza, más y más cerveza.”

Pero dejaremos este tema para más adelante. El siguiente punto podemos llamarlo no confundir.

Anda al hipódromo por lo menos una vez
a la semana
y gana
si es posible.
Aprender a ganar es difícil,
cualquier pendejo puede ser un buen perdedor.

Normalmente, solo vemos en Bukowski una excusa para el sexo, la bebida y el juego. Pero cuando se habla de poetas, de verdaderos poetas, nada puede ser desapercibido. Si bien no soy un especialista de apuestas, veo que el hipódromo se convierte en una escuela para un desesperado. Pero él no va con la intención de perder, va con la intención de ganar. Y aunque parezca obvio la verdad es que la mayoría de personas no van a ganar, van con la esperanza de ganar, lo que es muy diferente. El no dejará que sus caballos ganen por la providencia divina, mirará las carreras, las estadísticas, que caballo está cansado, a quien alimentan y si es posible saber quién hace trampa. Esto lo hace como un ritual, porque la poesía es ritual si se espera alcanzarla. Semanalmente como si fuera una iglesia. Pero la iluminación no se logra solo por una constancia pasiva, es necesario aprender a ganar, trabajar para ganar.

“any slob can be a good loser” lo traducen como cualquier pendejo puede ser un buen perdedor. Pero una traducción más precisa de la palabra Slob es Haragán. La apuesta por la poesía no se basa en la espera o la esperanza, sino en el continuo y ritual trabajo de escribir. Debido a la cultura mediática y la banalización de todo, es difícil ver que Bukowski era un trabajador incansable, porque nuestra concepción de trabajar esta mediada por la explotación y no por el esfuerzo. También porque en el marketing vende más una imagen de un viejo emborrachándose y follando, que un viejo sentado en una máquina de escribir todo el día.

Uno de las cosas que más risa me da es escuchar a prospectos de escritores decir “no leo para no influenciarme”. Incluso a veces me enternece escucharlos porque me resulta difícil pensar cuan ingenua es una persona para poder pronunciar eso con tanta convicción. Así que lo siguiente del poema lo llamaremos elegir la influencia.  

y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu cerveza.

El asunto es el siguiente, los hombres nacemos bajo una sociedad, que gústenos o no, nos influencia día a día. Muchas ideas que nos parecen originales, que parecen salir de nosotros, no son pensamientos propios, sino los esquemas que la sociedad nos regala para entender y manejarnos en el mundo. Esto también se aplica en las artes, muchas ideas son la repetición de un discurso, de una creación de antaño que cala en nosotros, ya sea consciente o inconscientemente. Siempre nos vemos influenciados por los otros. La lectura es la elección consiente de la influencia, ya que, al tener diferentes autores, diferentes puntos de referencia, podemos expandir nuestra capacidad de elección, nuestra capacidad de libertad. Quien no lee, quien no se deja influenciar por las artes, termina dejándose influenciar por el pensamiento masificado y diluido. Quien no lee termina matando su propia libertad. Por eso Bukowski escribe “your Brahms”, “your Bach”, porque es la elección que él tomó, eligió quienes influencian sus oídos, en ningún momento dice “a Brahms” o “a Bach”, utiliza la palabra “your” para que el lector haga conciencia de que cada quien elija su influencia y se apropie de ella.

Algunos de las dificultades a la que nos enfrentamos los lectores que no somos poliglotas son las brechas de las traducciones. En general los traductores de poesía se enfrentan a un gran dilema: estética contra significado. Decisión difícil de tomar. En el caso de nuestro siguiente verso podemos decir que el significado literal nos contribuye más que la traducción.

don't overexercise.
“No te exijas.”

Utilizar la vida propia para generar imágenes me parece algo magistral. Pero esta traducción genera una mala interpretación.  Overexercise traduce sobre exigencia. Acá el traductor sacrifico el significado por el ritmo. No es algo malo, pero cuando hablamos del proceso escritor es necesario sábelo.  Es diferente no exigirse a no sobre exigirse. La sobre exigencia termina en la retórica, en el simulacro de honestidad. Pero cuando los poemas nacen de la honestidad fluyen sin tener que forzarlos. Tampoco quiere decir que no haya que corregir un texto.

El problema de quedarnos en la caricatura del escritor vago y borracho, es que no podemos admirar las visiones del poema. Si nos alejamos de la caricatura quizás podemos ver el sentido de la contracorriente en la creación.

Duerme hasta el mediodía.
Evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en término.
Acuérdate de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares (en 1977).

El poeta se caracteriza por desenvolverse de una manera diferente, a veces torpe, en el mundo. Incluso a veces cultiva antivalores, como lo muestra Bukowski en este primer verso. Quizás al inicio no parece un verso tan fuerte como las letanías a satán de Baudelaire, pero es un antivalor en las ideologías circundantes en el medio: capitalismo y comunismo. Por un lado, el comunismo toma el trabajo y la eficiencia como un valor que todo ciudadano debe darle a su patria, por su parte el capitalismo propone el trabajo y la productividad para sí mismo. No importa que tanto crea la sociedad que estos modelos sean diferentes, al final del día ambos terminan exigiendo que te levantes temprano para convertirte en un miembro productivo. Por ende, el poeta se convierte en un ser que desperdicia las horas más productivas, pero que se despierta en la mitad del caos social, en la mitad del día. Tiene sus sentidos prestos para observar el mundo desde otra óptica, desde un amanecer tardío.

Pero Bukowski, tiene la necesidad del dinero, que no es más que una metáfora de las necesidades de las cosas básicas de cualquier hombre. No tiene que ver con el capitalismo. Como todos los poetas, en toda la historia, tiene que ver la forma de subsistir mientras escribe. Pero, y ahora si interviene el capitalismo, la sociedad de Bukowski tiene una solución a este problema, y toda la sociedad se embarca a tomarla: Los bancos dan créditos, que se traduce en vincularte al sistema y el poeta pierde su autonomía, ya no solo está sujeto a su necesidad biológica, sino también a una necesidad jurídica. No aceptar los créditos pone al poeta como el albatros de Baudelaire, pero no le quita su capacidad de vuelo.

A medida que un poema avanza, de una u otra manera, debe irse transformando, ¿hacia dónde o cómo?  Eso debe decidirlo cada poeta, por no decir realmente que eso lo decide cada poema.

Y si tienes capacidad de amar
ámate a ti mismo primero

Realmente de aquí podríamos entrar a decir muchas ideas sobre el amor, pero como lo que nos preocupa es la escritura debemos ver que el poema empieza hablando del amor y ya a esta altura empieza a expandirse. El poeta después de la experiencia adquiere una habilidad. Una habilidad que puede usar en sí mismo. Esto gracias a la formación del concepto del amor, pero este concepto no es una idea racional, es una sabiduría corpórea, más parecido a una intuición que a una idea. Esta intuición del amor empieza a volverse una necesidad vital para el escritor, porque, desde la visión de Bukowski, la vida de la creación es difícil y si has de sobrevivir a ella necesitas una bocanada de aire que te permita resistir.

pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota,
ya sea por buenas o malas razones.
Un sabor temprano de la muerte no es necesariamente
una mala cosa

Podríamos decir que la poesía es una diosa egoísta. Puedes seguir todos los consejos de los mejores escritores, comprar esas bonitas fórmulas de los best sellers, inscribirte en talleres o asesorarte con un manejo de marketing, pero cuando hablamos de creación no hay formula. No quiero decir que esas cosas no sirvan para escribir un poco mejor o no sirvan para tener algo de éxito, claro que sirven, pero la creación es otro asunto. Bukowski lo retrata mejor en su poema manual de combate. La creación tiene que ver con la capacidad de experimentar el mundo y poderse parar en una subjetividad formada para hablarnos desde allí. Esto no quiere decir que vayas a tener éxito como escritor, que se van a resolver los problemas, probablemente solo serás un fracasado más en la sociedad, pero ese fracasado tendrá un bello poema. A la poesía solo le interesa crear, lo demás es decisión del poeta.

Este es uno de los versos que más me emocionan

Quédate afuera de las Iglesias y los bares y los museos

En principio, como todo aquel que ama un poco de rebeldía, me emocione con algo que va en contra de una institución tan fuerte como la iglesia. Pero luego me cuestione ¿Por qué los bares? La respuesta es vigila tu medio. Estos tres lugares son institucionalidad. No necesito explicar esto en la iglesia. En cuanto a los museos me valdré de una obra conceptual para ilustrar. Una obra avaluada en una cantidad considerable de dinero se llama “mierda de artista” y al parecer es literalmente mierda en un tarro. No voy a juzgar a todo un grupo de artistas por ciertas obras, pero algunos artistas conceptuales tienen una tendencia fácil de ver: es una obra junto con un manual de instrucciones para entenderla, y en una gran parte busca ser grotesco para lograr ser vistoso, exitoso. Hay uno que otro artista que si logra hacer algo con el arte conceptual, pero en términos generales son solo actos extravagantes para círculos sociales de poder, no tienen ninguna sensibilidad, ni ninguna forma de redescubrir al ser humano. Algunos museos exhiben esta rebeldía famélica como grandes obras, es la institucionalidad del museo lo que les da estatus a estos trabajos, la institucionalidad de los círculos artísticos muchas veces desdibuja la carencia de sentido, la banalidad. Aclaro que no estoy en contra de los museos, los que he tenido la oportunidad de visitar me gustan, sin embargo, donde hay institucionalidad hay que ser más críticos.

Me cuesta un tanto decir esta parte, pero los bares también se pueden volver una institucionalidad. Los bares muchas veces han sido mi refugio, mi bocanada de aire, sin embargo, con dolor, debo decir que también se pueden volver una institución. Los bares pueden ser engañosos, e igual que Facebook, twitter o Instagram terminan engañando, haciéndonos creer que somos rebeldes y no consumidores, haciéndonos creer que somos críticos y no un grupo de borrachos, haciéndonos creer que compartimos diferentes ideas de mundo, que alcanzamos la modernidad, pero al final vivimos en los mismos círculos, con la misma música, con la misma cerveza, con la misma visión de mundo. Con una creación ausente. Los bares pueden dejar de ser un refugio para convertirse en una escuela, donde nos dicen como pensar y cómo actuar, en que días y en qué horas puedes beber. Los bares son esa manito de la sociedad que te da permiso para jugar, pero solamente hasta donde ellos decidan. Al final lo que nos dice Bukowski, es que cualquier cosa puede ser devorada por la institucionalidad, ósea, puede convertirse en una forma de dominio, una estructura inmóvil de pensamiento.

Los siguientes versos rezan:

y como las arañas sé
paciente,
el tiempo es la cruz de todos.

No sé cómo empezar a hilar esta imagen, creo que lo mejor es que empecemos por el tiempo. Si se han fijado bien este poema vive en la ritualidad. Es una oración, un mantra. No solo hay una repetición de palabras, sino también una repetición de conceptos, pero, entendamos que el acto ritual no es una repetición tan mecánica como parece, sino que se busca un estado de iluminación, una comunión entre lo abstracto y lo concreto. Una comunión entre un dios y un hombre. Una comunión entre la palabra y el cuerpo. Por eso el poema inicia con actos desenfrenados como coger o preocuparse, dos estados agitados del cuerpo y la palabra, y ya en este punto nos arroja a un estado más calmado, la paciencia.  Bukowski, ya nos había hablado del tiempo, de perderle miedo al tiempo. De perder la gran agitación del tiempo. Que no había que preocuparse por la edad, que no había que preocuparse por los nuevos talentos, que representan un tiempo más joven. El tiempo es la cruz de todos, y ese todos se extiende a todos los que vivimos, a todos lo que cronometramos, a todos los que quieren ahorrar, a los que quieren constreñir cada milésima de segundo. El tiempo es una moneda que quisimos capitalizar y no pudimos. El tiempo, la cruz humana, la auto-crucifixión.

Las arañas, llenas de estéticas, llenas de paciencia, de quietud. Las hábiles y eficientes cazadoras. Las arañas tan parecidas a Bukowski, rechazadas por su fealdad, hechas a un lado por su fealdad, pero tan capaces de hacer una majestuosa telaraña, con sus patas artesanales montan una hermosa caza. Las arañas viven el mundo violento a través de la quietud y la belleza. Confían en su trabajo, no se alteran por el hambre, ni tienen la zozobra del éxito, del fracaso. Las arañas confían en que en su trabajo alcanzaran la poesía. Las arañas no temen abandonar su obra, cuando está sucia y acabada, no temen empezar de cero. No temen haber desperdiciado sus días tejiendo.

En contra del malditismo

más
el exilio
la derrota
la traición

toda esa basura.

La salvación de Bukowski fue también su pecado. No podía soportar el mundo que le fue dado, necesitaba vivir escribiendo y el diablo aparece en forma de editor. Un diablo al que le debemos mucho, pero que no quiso tener filtro. Un buen editor no es un monstruo que mata la creatividad, pero es el encargado de la forma, del marketing. No todo lo que hace un escritor es mierda de dioses. Algunos días los puede abandonar la musa y dejarlos en silencio. No todo lo que escribió Bukowski es poesía. Algunas cosas que se publicaron solo fueron un daño colateral de tratar con el diablo.  Algunas cosas no debieron publicarse. Pero ese juego representaba no ser un prisionero, entonces lo siguió, dejó que todo se publicara. Me imagino a Bukowski mirándose al espejo, medio borracho, entendiendo que pese al error él era sincero consigo mismo, que pese al exceso de publicación estaba haciendo poesía. En verdad valía la pena seguir el juego mientras eso le permitiera emborracharse y escribir. No se traicionaba a sí mismo.

Los amantes del malditismo se siente derrotados. Han sido derrotados. Su espíritu combativo ha sido doblegado y terminan añorando un tiempo mejor, donde la poesía los hizo vibrar, donde la poesía los hizo vitales. Se han concentrado tanto en su dolor que perdieron la capacidad de crear. Pero lo más difícil de entender es que el mundo los quiere así, porque en ellos existe el fuego de la poesía. El mundo se ha encargado de mantenerlos a raya para que sus ideas locas y delirantes no escalen en la sociedad. El mundo los ha exiliado en soledades inmateriales, porque tampoco los quieren muy lejos, podrían encontrarse y salir de su letargo. Bukowski lo entiende por qué fue quebrado muchas veces, pero no se deja morir relegado, sino que toma su mundo y le da una voz, no deja que todo quede en la oscuridad, ni deja que su mundo quede en el anonimato. Su poesía, su más sincera poesía, es para sí mismo, para otorgarse un lugar en el mundo, para no permitirse ser relegado del mundo. Y todo aquello que lo empequeñece no lo cree. Por eso con convicción puede decirlo “toda esa basura”.

En este punto el poema empieza a ser combativo. Todo este trasegar del poema es una preparación para que puedas asumir la pelea con el mundo, una pelea donde se juega el espíritu humano. No hay otro escenario donde suceda esto, la pelea por el alma humana está en la palabra, porque son ellas las que nos construyen, las que hacen nuestro mundo, es el símbolo y solo el símbolo lo que nos hace hombres. Porque las palabras no solo construyen nuestras ideas, sino también la forma en que sentimos. La naturaleza nos manda al mundo, con un cuerpo que ni siquiera podemos levantar, y en el trasegar de la vida nos hacemos de palabras.

Alquimia

quedáte con la cerveza
la cerveza es continua sangre.
una amante continua.

El uso de la repetición, de la ritualidad permite que los diferentes conceptos, ideas y sensaciones se vayan mezclando, es aquí donde el amor, la paciencia, el miedo, la caza, todo, se van mezclando, y su catalizador, su punto de unión es la cerveza. La cerveza que embriaga los nervios aturdidos por el mundo, la cerveza va recorriendo el cuerpo, por los músculos, los órganos, el cerebro. La cerveza que nos rompe un poco, para dejar brotar el llanto, la vergüenza. La cerveza, que tomaba Bukowski antes de presentarse al público, que le permitía darle cara al mundo y responder por sus palabras.

A Bukowski el mundo lo había quebrado, y no se sale ileso de eso, la cerveza se convirtió en el símbolo de su quiebre, pero también de como el sobrevivía a un mundo que los demás se negaban a admitir. La humanidad está llena de mundos negados, cuya realidad nos incomoda y pronunciarlos muchas veces es hacer conciencia de que esos mundos, tan alejados de nuestras utopías, son parte nuestra. Hablar de los mundos negados es quizás el trabajo más importante de la literatura, de la poesía. Y no se trata solamente de los mundos sociales, de las caóticas democracias de hoy en día, se trata de la belleza que nos niegan o los horrores que nos niegan. Pero el gran inconveniente no es leer sobre estos mundos, sino escribir sobre ellos, porque existe la posibilidad que nadie querrá escucharte. Bukowski tenía una convicción: no negar el mundo que le fue dado. Su ebriedad fue equivalente a su convicción.

El toro

Agarra una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa,
dale duro.
Haz de eso una pelea de peso pesado.
Haz como el toro en la primera embestida.

¿Ya cuantos autores han hablado de la tarea solitaria que es escribir? Es exactamente la misma guerra para todos. Es quizás el único tip real que da Bukowski en este poema, es lo único que se debe hacer, escribir se aprende escribiendo, es un oficio, una habilidad que se desarrolla. una habilidad dolorosa, donde los errores hacen sangrar, donde los errores duelen. Un boxeador sabe que será golpeado, que cometerá errores, pero se sube al rin a no dejar que lo derriben. Entre más experto el boxeador, menos golpes fatales recibe, pero siempre será golpeado. Es la vida del escritor. Pero más allá de cualquier derrota, siempre el ánimo debe ser el mismo: la primera embestida, nunca un intento famélico. No hay mucho que decir más allá, es lo bello de Bukowski, no hay necesidad de enredar lo que no se debe enredar.

Y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien:
Hemingway, Celine, Dostoyevski, Hamsun.
Si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas
como te está pasando a ti ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza…
entonces no estás listo

La soledad de los escritores no es como la soledad de la depresión. Es una soledad compartida, por años de tradición. No se trata de una desconexión con la vida, sino todo lo contrario, una conexión tan íntima que el ruido de la banalidad termina alejándote de la sociedad, pero no de la vida. Aunque algunos escritores no pudieron romper la conexión con la banalidad. Supongo que por eso Bukowski intentaba alejarse, recluirse, estaba protegiendo su vida de un mundo que intenta subyugarle, banalizarlo. Sin embargo, si no se entiende esto, se terminará solamente imitando y entrando en una soledad poco agradable, una soledad que vive en nuestro tiempo, la soledad desconectada de la vida. Pero si entiendes, aprenderás la soledad de dios, la soledad de un corazón palpitando en la creación.

Esta parte del poema es quizás la única ternura que podemos tener de un hombre duro.  Una preocupación por el frágil escritor que inicia, que puede ser que no esté listo para esta guerra, que le advierte para que se retire antes de que sea tarde. Al mismo tiempo reconforta y regaña al que ha decidido embarcarse en la literatura: mira que no has sido el único/ no te creas tan especial. Hemingway termino con un tiro en la cabeza, después de que su mente fue devorada por la guerra, las finanzas y la herencia. A Celine le zumbo la guerra tola vida, fue rechazado por antisemita y encarcelado, vivió rodeado de pobreza hasta que se le rompió la cabeza. Dostoievski primero diseño la guerra y luego se entregó a la paz, temblaba mientras intentaba salvarse el alma con el amor y terminó jugándose las penas, al final solo intentaba escribir mientras el aire no le alcanzaba. Hamsun el premio nobel simpatizante de los nazis, cuyas novelas ardieron en fuego y terminó en la pobreza. Hamsun, el conservador que vislumbro el rompimiento de nuestras almas a pedazos vendibles y consumibles. Hamsun quien está en el límite de quien debemos alabar y aborrecer. Hamsun influencia de Mann, Kafka, Miller, Bukowski, los beat. Cuatro autores, que más allá de sus polémicas vidas, nos dan la visión del escritor, del creador. Ellos no nos darán lecciones de vida, solo expondrán su mundo de la manera más poética que les fue dada. Ellos no escogieron la pobreza o el sufrimiento, solamente lo afrontaron como mejor pudieron. Algunos sucumbieron a sus propios mundos y otros a este mundo.

Creo que la intención de poner estos autores no se trata de dar modelos de vida, no veo a Bukowski dando charlas motivacionales para que la gente escriba. Creo que se trata más de asumir la creación, de asumir ese impulso que no se detiene ni ante el hambre, la necesidad o el fracaso, ese impulso que no se detiene por el amor, el éxito o el rechazo.

toma más cerveza.
Hay tiempo.
y si no hay,
está bien igual.

Siempre que termino de leer este poema me siento apabullado, golpeado, acabado. Después de toda esta tradición de fracasos, después de toda esta tradición de mujeres y hombres quebrados, después de todas estas hogueras y manicomios ¿Quién soy para poner excusas y decir que tengo una hoja en blanco? Me quedo callado, me siento y escribo.



miércoles, 3 de abril de 2019

Vivir inédito


Me rehuso a seguir
este camino de fracasos
no tengo tiempo para esperar
a que el mundo y yo
podamos entendernos,
a que decidamos darnos
una oportunidad.
Sin embargo,
estoy seguro de que me quedaré
escribiendo poemas
convencido de que no hay otra forma
para frenar la herencia,
la tradición,
de un padre
rompiendo el alma de su hijo.