Hola a todos y pido disculpas,
en especial de mis amigos y conocidos de afuera por inmiscuirlos en este
conflicto colombiano, pero los manifestantes se lanzaron de manera pacífica a
las calles, por ello la única arma que tienen es la empatía y solidaridad de la
comunidad internacional. La única arma
que tenemos es la posibilidad de ser escuchados.
Quizás los medios de comunicación
dicen que lo que pasa en Colombia es confuso, pero no es cierto y por ello
escribo esto. Los colombianos se lanzaron a protestar de manera pacífica y el
estado ha usado a la policía y el ESMAD (el escuadrón antidisturbios) para
generar caos y vandalismo. En Colombia hemos visto como algunos hombres con
trajes de policías y chalecos volteados rompen vidrios, lanzan gases y
agresiones para que las personas tengan que defenderse y ellos puedan
masacrarlos. Aclaro que no son todos los policías. Además, que ya hemos visto
como infiltran las marchas haciéndose pasar por manifestantes. ¿Por qué han
hecho esto? el pueblo colombiano ha decidido que las armas no solucionan al conflicto,
pero el estado quiere reprimir las protesta, así que crean vandalismo para
inculpar a los manifestantes.
¿Pero vemos enfrentamientos? Lo
único que están intentando los manifestantes es no ser retirados de las calles,
poder seguir poniendo su voz de protesta. Generalmente es el gobierno
colombiano el que inicia las confrontaciones (como ya lo comprobó la ONU), para
que se entienda, en muchas ciudades pequeñas, donde no hay ESMAD, las protestas
se han desarrollado de manera pacífica. Ha sido tanta la actitud de no
violencia, que algunos hombres de la policía, fuerzas armadas y ESMAD, están pensando
en dejar las armas, incluso en abandonar la institución, prefieren el desempleo
que el genocidio. Sé que muchos de los policías, las fuerzas militares y ESMAD
son conscientes de que las protestas son justas. Algunos han puesto su voz de
apoyo en medio del paro y son bienvenidos a unirse a las manifestaciones.
¿Pero por qué una reforma
causó tanto revuelo? La reforma solo es la cristalización del cinismo de un gobierno
que ha derrochado dineros para beneficios personales y ahora pretende que las
personas paguen sus caprichos. Los colombianos pueden entender que quizás no haya
recursos suficientes para cubrir los gastos de la pandemia, pero lo que no
pueden tolerar es que el gobierno nacional ha gastado millones en cosas absurdas
e innecesarias mientras los sistemas de salud colapsan y el desempleo y la
incertidumbre crecen. Colombia ha visto como el gobierno gira dinero para
salvar empresas extranjeras, mientras que las medianas y pequeñas empresas
colombianas tienen que cerrar sus negocios. Colombia ha visto como el gobierno
le gira dinero a los bancos para que den créditos, pero no gira suficiente para
que los hospitales puedan sobrellevar la emergencia sanitaria. Colombia ha
visto como se han comprado aviones nuevos, carros nuevos, mientras los
hospitales se quedan sin suministros. En Colombia hemos visto como en el congreso
les sube el salario a los congresistas mientras la gente se queda sin empleo. En
Colombia hemos sobrevivido con un “salario mínimo” que no alcanza para lo mínimo.
Y mucha gente ni siquiera puede ganarse un salario mínimo, aunque trabaje todos
los días. Ni hablar de las vacunas, que se compran pocas y se desaparecen por
arte de magia.
No quiero abrumar y volver
pesadas estas palabras con estadísticas o historias de este país, solo diré que
las cuentas del gobierno no cuadran y la gente no puede dar más dinero para que, en pandemia, la primera dama pueda irse de paseo.
¿Nos están matando? Sí, hay muchos
muertos y al paso que vamos serán más si no hay apoyo internacional. El propósito
de los jóvenes en las calles es pacífico, lo único que buscan es que su estado
no los mate mientras forjan un futuro.
Y si alguien de la policía, el
ESMAD o el ejército lee esto, recuerde que la lucha de los chicos no es contra
ustedes, sino por ustedes. Los chicos de las calles no son sus enemigos, son sus
hermanos, sus amigos, sus vecinos, la gente con la que crecieron, con la que
jugaron, con la que sonrieron. No los maten, aunque las ordenes digan que sí.