Tomo un
trago, y usted ya estará pensando en la bohemia, en las fiestas artísticas de
los grandes desadaptados. Pensará en las guapas muchachas de compañía o los abrazos de compadres,
amigos o camaradas. Tomo un trago y usted pensara en lo que quiera: wiski,
vino, cerveza; en lo que le alcance el gusto, en lo que le alcance el dinero. Y
estará quejándose del mundo porque piensa que es muy elegante hacerlo. Hablará
del dolor mientras sonríe. Y hablara de la incomprensión mientras la
muchedumbre lo escucha, lo alaba, lo abraza.
Disfruto
este trago con usted, aunque sobrio me importaría una mierda. Y lo juzgo, claro
que lo juzgo, porque en estos momentos me acompaña, seria insensible no juzgarlo.
Es menos grotesco el mundo en este trago. Es vestirse de arlequín, sobarse las
entrañas y callarse la sombra. Nos enseñaron a sentirnos miserables.
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