miércoles, 26 de abril de 2017

Certezas


Nada la había preparado, porque no dejar cosas al azar: Leía el horóscopo, evitaba las escaleras, espantaba a los gatos negros con pimienta. Participó en los planos arquitectónicos y midió milimétricamente los espacios de los muebles para un buen Feng Shui. Semanalmente pedía guía a las cartas. Pero ese día ella estaba somnolienta y el viento muy fuerte. Cuando el espejo se esparció por el piso, el corazón se le hizo añicos. Se quedó llorando, sobre su torpeza, los siete años que desde hoy llegarían.