jueves, 17 de enero de 2019

Candileja




Sobre el océano, Madre Selva se acostó como un remolino, lleno de cardumen y algas. Exhaló su cansancio. Un haz de luna cayó sobre sus manos. Tomó una medusa y la infló de luz. Inhaló el olor del agua y el primer rayo del sol cayó en sus dedos. Con una caricia, le ilumino los tentáculos. Madre Selva sonrió al verla. El mar era demasiado pequeño para retener la belleza. Le permitió, en las noches, rondar por la tierra.



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