domingo, 29 de diciembre de 2019

Poemas para no caer...


La escritura es un acto donde las palabras terminan siendo luz y sombra, alta niebla y cielo despejado. Es un asunto confuso y horrendamente vital. Por eso uno termina acompañándose de la misma sustancia que pretende escribir. Leer termina siendo un mantra para no apagarse. Comparto con ustedes los mantras que me han acompañado.


El atado
(Juan Gelman)

Escribir sin contar es como vivir sin vida. Las palabras serán inocentes, pero no su relación. El contador traza una columna del “debe” y otra del “haber” y en la última anota los silencios que supo conseguir. Con las caras de una palabra quisiera hacer piedras y mirarlas todas hasta el fin de mis días. Esas caras siempre tienen otras fugitivas de la boca. Morder la piedra, entonces, es la tarea del poeta, hasta que sangren las encías de la noche. En esa noche navegará sin rumbo fijo, desconfiado de todo, en especial de sí, mirando espejos que cantan como sirenas que no existen. El poeta se atará al palo mayor de su ignorancia para no caer en sí mismo, sino en otro país de aventura mayor, muerto de miedo y vivo de esperanza. Sólo el dolor lo unirá muertovivo al vacío lleno de rostros y verá que ninguno es el suyo. Y todos serán libres.


Confianzas
(Juan Gelman)

Se sienta a la mesa y escribe
"con este poema no tomarás el poder" dice
"ni con miles de versos harás la revolución" dice
y más: esos versos no han de servirles para
que peones maestros hacheros vivan mejor
coman mejor o él mismo viva mejor
ni para enamorar a una le servirán

no ganará plata con ellos
no tendrá cine gratis con ellos
no le darán ropa por ellos
no conseguirá tabaco o vino por ellos

ni papagayos ni bufandas ni barcos
ni toros ni paraguas conseguirá por ellos
si por ellos fuera la lluvia no mojará
no alcanzará perdón o gracia por ellos

"con este poema no tomarás el poder" dice
"con estos versos no harás la revolución" dice
se sienta a la mesa y escribe



Cómo ser un gran escritor
(Charles Bukowski)

Tenés que cogerte a muchas mujeres
bellas mujeres
y escribir unos pocos poemas de amor decentes
y no te preocupes por la edad
y/o los nuevos talentos.
sólo tomá más cerveza más y más cerveza.
Andá al hipódromo por lo menos una vez
a la semana
y ganá
si es posible.
aprender a ganar es difícil,
cualquier boludo puede ser un buen perdedor.
y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu
cerveza.
no te exijas.
dormí hasta el mediodía.
evitá las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en término.
acordáte de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares
(en 1977).
y si tenés capacidad de amar
amáte a vos mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota
ya sea por buenas o malas razones.
un sabor temprano de la muerte no es
necesariamente
una mala cosa.
quedáte afuera de las iglesias y los bares y los
museos
y como las arañas sé
paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
más
el exilio
la derrota
la traición
toda esa basura.
quedáte con la cerveza
la cerveza es continua sangre.
una amante continua.
agarrá una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa
dale duro.
hacé de eso una pelea de peso pesado.
hacé como el toro en la primer embestida.
y recordá a los perros viejos,
que pelearon tan bien:
Hemingway, Celine, Dostoievsky, Hamsun.
si crees que no se volvieron locos en habitaciones
minúsculas
como te está pasando a vos ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza…
entonces no estás listo
tomá más cerveza.
hay tiempo.
y si no hay
está bien
igual.



Manual de combate
(Charles Bukowski)

Dijeron que Céline era un nazi
dijeron que Pound era un fascista
dijeron que Hamsun era un nazi y un fascista.
Pusieron a Dostoievsky frente a un pelotón
de fusilamiento
y mataron a Lorca
le dieron electrochoques a Hemingway
(y vos sabes que se pegó un tiro)
y echaron a Villon de la ciudad (París)
y Mayakovsky
desilusionado con el régimen
y luego de una pelea de enamorados,
bueno,
también se pegó un tiro.
Chatterton se tomó veneno de ratas
y funcionó
y algunos dicen que Malcom Lowry se murió
ahogado en su propio vómito
borracho.
Crane se tiró a las hélices
del barco o a los tiburones.
El sol de Harry Crosby era negro.
Berryman prefirió el puente.
Plath no encendió el horno.
Séneca se cortó las muñecas en la
bañera (es la mejor manera:
en agua tibia)
Thomas y Behan se emborracharon
hasta morir y
hay muchos más.
¿Y vos querés ser un
escritor?
Es esa clase de guerra:
la creación mata,
muchos se vuelven locos,
algunos pierden el rumbo y
no lo pueden hacer
nunca más.
Algunos pocos llegan a viejo.
Algunos pocos hacen plata.
Algunos se mueren de hambre (como Vallejo).
Es esa clase de guerra:
bajas por todas partes.
Está bien, adelante
hazlo
pero cuando te ataquen
por el lado que no ves
no me vengas con
remordimientos.
Ahora me voy a fumar un cigarrillo
en la bañera
y luego me voy a ir a
dormir.

Al príncipe
(Pier Paolo Pasolini)

Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una siesta de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y jamás poseídos del todo,
ya no encuentro felicidad ni en gozar ni en sufrir por ello:
ya no siento delante de mí toda la vida…
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
para que se forme algo, que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, ahora, tengo poco tiempo: por culpa de la muerte
que se viene encima, en el ocaso de la juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo humano
que quita el pan a los pobres, y a los poetas la paz.



A algunos radicales
(Pier Paolo Pasolini)

El espíritu, la dignidad mundana,
el arribismo inteligente, la elegancia,
el traje a la inglesa y el chiste francés,
el juicio tanto más duro cuanto más liberal,
la sustitución de la razón por la piedad,
la vida como apuesta para perder como señores,
os han impedido saber quiénes sois:
conciencias siervas de la norma y del capital.



A quien pueda interesar
(José Emilio Pacheco)

Que otros hagan aún
    el gran poema
los libros unitarios
    las rotundas
obras que sean espejo
    de armonía

A mí sólo me importa
    el testimonio
del momento que pasa
    las palabras
que dicta en su fluir
    el tiempo en vuelo

La poesía que busco
    es como un diario
en donde no hay proyecto ni medida



Aceleración de la historia
(José Emilio Pacheco)

Escribo unas palabras
                                        y al mismo
ya dicen otra cosa
                                 significan
una intención distinta
                                       son ya dóciles
al Carbono 14
                         Criptogramas
de un pueblo remotísimo
                                            que busca
la escritura en tinieblas.



Intensidad y altura
(Cesar Valllejo)

Quiero escribir, pero me sale espuma,
quiero decir muchísimo y me atollo;
no hay cifra hablada que no sea suma,
no hay pirámide escrita, sin cogollo.

Quiero escribir, pero me siento puma;
quiero laurearme, pero me encebollo.
No hay tos hablada, que no llegue a bruma
no hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo.

Vámonos, pues, por eso, a comer yerba,
carne de llanto, fruta de gemido,
nuestra alma melancólica en conserva.

¡Vámonos! ¡Vámonos! Estoy herido;
Vámonos a beber lo ya bebido,
vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva.



HOY ME GUSTA LA VIDA MUCHO MENOS...
(Cesar Vallejo)

Hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.

Hoy me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tánta vida y jamás!
¡Tántos años y siempre mis semanas!...
Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi ser parado y en chaleco.

Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste, aquél; una frente ésta, aquélla... Y repitiendo:
¡Tánta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tántos años y siempre, siempre, siempre!

Dije chaleco, dije
todo, parte, ansia, dije casi, por no llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado
y está bien y está mal haber mirado
de abajo para arriba mi organismo.

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tánta vida y jamás! ¡Y tántos años,
y siempre, mucho siempre, siempre, siempre!



A un poeta sajón
(Jorge Luis Borges)

Tú cuya carne, hoy dispersión y polvo,
pesó como la nuestra sobre la tierra,
tú cuyos ojos vieron el sol, esa famosa estrella,
tú que viviste no en el rígido ayer
sino en el incesante presente,
en el último punto y ápice vertiginoso del tiempo,
tú que en tu monasterio fuiste llamado
por la antigua voz de la épica,
tú que tejiste las palabras,
tú que cantaste la victoria de Brunanburh
y no la atribuiste al Señor
sino a la espada de tu rey,
tú que con júbilo feroz cantaste,
la humillación del viking,
el festín del cuervo y del águila,
tú que en la oda militar congregaste
las rituales metáforas de la estirpe,
tú que un tiempo sin historia
viste en el ahora el ayer
y en el sudor y sangre de Brunanburh
un cristal de antiguas auroras,
tú que tanto querías a tu Inglaterra
y no la nombraste,
hoy no eres otra cosa que unas palabras
que los germanistas anotan.
Hoy no eres otra cosa que mi voz
cuando revive tus palabras de hierro.

Pido a mis dioses o a la suma del tiempo
que mis días merezcan el olvido,
que mi nombre sea Nadie como el de Ulises,
pero que algún verso perdure
en la noche propicia a la memoria
o en las mañanas de los hombres.

domingo, 8 de diciembre de 2019

N.N.



Omitiré tu nombre
porque eres el compendio
de muchos otros nombres
que han quedado acurrucados
entre la tierra y los árboles.
Omitiré, para que reencarnes
entre las flores y las velas
para que no te roben tus luchas
y no se polinicen tus esperanzas
en la tierra de los nadie.
En los sueños te veo cayendo
haiku contra el asfalto.
Quiero que me ilumines
como otros nos iluminaron
que mi corazón corra encendido
sin el humo verde de la fuerza.
Omitiré tu nombre, para que cada madre pueda
nombrarte como quiera
y cada padre pueda llorarte al ver su hijo
que les duelas, como nos han dolido
los anónimos velados en la oscuridad
y los cuerpos desvanecidos por los peces.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Musas y Apocalipsis



Ibagué es la ciudad donde me crié una gran parte de mi vida, pero sobre todo donde mi mundo escrito se ha formado. Por eso quería que fuera la ciudad donde por primera vez se viera mi libro y donde la gente pudiera acceder a el. Al igual fue una fortuna poder compartir el escenario con Martha, quien nos abrió, a mí y a otros, un espacio para explorar las letras sin mayores pretensiones. Quizás por ese afecto termine en un evento magnifico, lleno de una calidez, una emoción que iba sobrecogiendo a la mayoría de asistentes que se interesaron por las palabras que iban surgiendo en la charla, por la música, por la lectura.

Creo que esa noche se presentaron dos libros maravillosos, dos libros que pueden despertar emociones sumamente poderosas. Dos libros, lo suficientemente elaborados que pueden prescindir de sus autores, que en su momento, en su futuro, podrán caminar solos. 



Música a cargo del ensamble de Jazz de la universidad de Ibagué


De izquierda a derecha:
Eder Cervera, Martha Fajardo y Eduardo Bechara














 Un buen público.



Y la última foto para el recuerdo.