sábado, 10 de diciembre de 2011

Reserva (minicuento)

El cadáver estaba rodeado de cuatro cirios blancos. Un ataúd hacia su cuerpo intocable. Su esposa respiraba pausadamente. Sus hermanos  estaban desconcertados. Su madre oraba en una silla, buscándole el descanso eterno.   Las flores no decían nada, ellas saben cómo es el negocio de los sepelios. 

lunes, 5 de diciembre de 2011

Vida efímera

Para los que perdimos la fe, esta es la única esperanza que nos queda. Es un poema indígena, quizás lo poco que podremos conocer del arte de ellos, pero para mí es más vigente que la misma playboy.

Creo que este tipo de escritos están tan sumidos en la sombra, que compartirlos es un acto creativo. Mi idea no es rescatar la memoria indígena, pero estos versos no reconocen cultura, son un acto que golpea directamente el corazón humano.

Vida efímera

Sólo venimos a dormir, sólo venimos a soñar;
no es verdad, no es verdad que venimos a vivir en la tierra.

En hierba de primavera venimos a convertirnos;
llegan a reverdecer, llegan a abrir sus corolas en nuestros corazones,
es una flor nuestro cuerpo: da algunas flores y se seca.

Traducción:
Ángel María Garibay
Sacerdote, filósofo e historiador. (O por lo menos eso dice la wikipedia)

martes, 22 de noviembre de 2011

Busco residuos tuyos

Busco residuos tuyos en la casa
quizás hayas dejado algo de sexo en la cocina
algo que acariciar en la sala,
pero solo hay algunos huesos en la puerta con alguien
que ya no sé si eres tú o mi dolor.

Me abruma esta soledad                                                                                                                 

porque no es una soledad elegida.
Puedo tomar tu alma 
pero cuando lo hago me abandona tu cuerpo, 
eres poco amable para mis músculos, 
que se acoplan tan firmemente con los tuyos;
solo hay un vació que ocupo con carne y recuerdos.

Vivo un beso parco, 
un tiempo mal cogido.


viernes, 11 de noviembre de 2011

No sé qué escribir o escribirte

No sé qué escribir o escribirte,  amarte con el corazón es amarte con la ausencia, con mis ausencias, porque soy un castrado, un vuelo de necesidades que besas.  Hoy me quiero muerto como nunca, ser un cristal de piel. Que de mis muñecas salgan alas rojas. En una bañera perderme en las olas. De mi infancia desconocida brota escarcha de abandono, una hoguera de suicidios. 

jueves, 10 de noviembre de 2011

Miedo

Quiero de un soplo refugiarme nocturno
y no verte.
Quiero escapar de tus finas pestañas
antes de que me muerdan tus ojos.
Deja de amamantarme con tus olores,
deja de aferrarte con tu pelo.
Ya me tienes todo para ti
en un altar de soles  
con mis ojos cerrados
esperando el desamor
para que mis manos no se desarmen
en la ausencia de tus senos.

martes, 8 de noviembre de 2011

Heces


Uno de los primeros poemas que me enredaron entre su telaraña de sensaciones fue Heces de Cesar Vallejo. Creo que la posibilidad de sufrir sin restricciones, en contra de la obligación religiosa de ser feliz, poder sufrir sin sentirse un fracasado, poder admitir el dolor; quizás no resignarse a el pero si admitirlo como parte de lo que es la vida. Poder sufrir sin razonamientos, sin prejuicios, poder no negarse. Ese es mi encuentro con este poema, a tal punto de llegar a ser una de las obras que me han construido en lo que soy.

Heces es un poema que podemos reintegrarlo una y otra vez a lo que somos. Quizás hoy me sorprenden más cosas que simplemente el cumulo de sensaciones. Quizás hoy también me enamoran sus ritmos y descubrimientos. Me enreda el juego de escoger una palabra escatológica como heces, una palabra destinada a nuestro asco y repudio, y transformarla en una de las expresiones más hermosas que se han escrito en el español. Creo que eso es una de las grandes virtudes de Vallejo, tener unos sentidos tan finos que no pueden ser superados por el hedor de una palabra, sino que este la resignifica, se maravilla y agoniza con ella.


Heces
Cesar Vallejo



Esta tarde llueve, como nunca; y no

tengo ganas de vivir, corazón.

Esta tarde es dulce. Porque no ha de ser?
Viste de gracia y pena; viste de mujer.

Esta tarde en lima llueve. Y yo recuerdo
las cavernas crueles de mi ingratitud;
mi bloqueo de hielo sobre su amapola,
más fuerte que su “No seas así!”

Mis violentas flores negras; y la bárbara
y enorme pedrada; y el techo glacial.
Y pondrá el silencio de su dignidad
con óleos quemantes el punto final.

Por eso esta tarde,  como nunca, voy
con este búho, con este corazón.

Y otras pasan; y viéndome tan triste,
toman un poquito de ti
en la abrupta arruga de mi hondo dolor.

Esta tarde llueve, llueve mucho.  ¡Y no
tengo ganas de vivir, corazón!