viernes, 14 de diciembre de 2018

Una divagación



Escoger una cama pequeña no significa acabar con los laberintos, pero supongamos que eso es convertirse en hombre. No me incomoda la soledad, esa abominable de nuestro siglo, ella no es tan pesada, tan peligrosa. Lo que tengo es ausencia. Recoger, rearmar, reagrupar lo que nos falta y no encontramos es brutal. Podría gritar la soledad en las calles y otros miserables, como yo, escucharían, aunque no salgan de sus rincones. He tenido el amor y aun así he caminado solo, porque esa lumbre sabe incomodarnos los ojos, el paso de la luz. Pero hay cosas que simplemente no están, que se desvanecieron antes de la aparición de la soledad, antes de que alcanzáramos a hilar lo etéreo de la carne. En esta sombra no hay abandono sino perdida, de aquí nadie se marcha. 




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