miércoles, 13 de febrero de 2019

Polinizadores


Los demás me dicen que soy un amargado, que deje a los animalitos quietos, que es lo normal, que por siglos ha sido así. Pero a mí, me tienen harto. Ya me han trasquilado las hojas, cagado la corteza e invadido las raíces. Su constante apareo sobre mis ramas me tiene la savia agria. Yo no soy un hotel de mala muerte. Lo peor es cuando, abusivamente, me invaden como inmobiliaria barata, y mi cuerpo se convierte en una casa en la que no puedo decidir. Constantemente tengo que soportar el chillido de sus polluelos, el zumbido de las colmenas. La verdad, si no fuera por estas ganas de reproducirme, no dejaría que se acercaran.


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