Nota: hace algún tiempo quise escribir una
lectura sobre un poema, lo llamé Bukowski:
de la banalización al arte poético. Sin embargo, por algunas cuestiones
personales y de tiempo no termine el escrito. Pero hay algunas anotaciones que
al revisar me gustan y quisiera compartir en una serie de notas.
Una vez hablaba con un poeta y me decía “lo malo de Bukowski
son sus seguidores”. Yo cambiaría la frase a “lo más triste de Bukowski es su
marketing”. Quizás todos los que hemos leído a los malditos en algún momento
quisimos imitarlos para alcanzar su grandeza, pero esta se nos escapó porque
nunca entendimos la ecuación: no fue la locura la que los llevo a la creación
sino la creación la que los llevo a la locura. Al final lo que terminamos
emulando fue esa caricatura Hollywoodense de sexo, drogas y rock and roll que
nos hace sentir rebeldes por unos minutos. Quizás lo más triste resulte siendo
que el mismo Bukowski no quería quedarse en la caricatura e intentó hablar
claramente “it's that kind of war: creation kills”. Pero son pocos los que les
prestan atención a esas sutilezas del lenguaje y la mayoría prefieren quedarse
con lo que haga sentir bien consigo mismo. Al final entiendo a la fanaticada de
Bukowski: es más fácil ser un borracho que un gran escritor. Caemos en la misma
banalidad de las cremas reductoras: en una botella esta lo que, sin esfuerzo,
cambiara tu vida.
No estoy en contra de lo banal, pero no se puede
confundir con lo artístico, con lo poético. Todos tenemos alguna banalidad en
la vida, pero enfatizarla es dejar la poesía a un lado y convertirse en la
caricatura de lo que otros quieren. El poeta esta para aquello que lo
conmueve, que lo turba, hasta que esa energía sea creación y pueda otorgarle
algo al mundo. Cuando se tiene ese algo para otorgar, y se pude lograr otorgar,
es quizás el momento más difícil del poeta porque tendrá que enfrentarse a la
banalidad del mundo y aun así seguir creando. Creo que aquí hay que especificar
que para mí lo banal no tiene que ver con un determinado acto, porque sería una
clasificación que dependería de lo cultural, del momento histórico. Preferiría
decir que lo banal es todo aquello que no tomamos enserio porque no es vital.
Por eso para Bukowski la cerveza termina convirtiéndose en algo sacro y para
algunos de sus seguidores termina volviéndose en algo banal. Para Bukowski la
cerveza es lo que le permite soportar el peso de la creación, se convierte en
vital porque con ella puede soportar la sensación perturbadora que es su mirada
sobre el mundo.
Quizás en su época Bukowski era un rebelde, pero su comportamiento
ya no es una rebeldía el día de hoy. El Marketing ha hecho mercado de todo y
aquello que en el siglo XX era una revolución ahora es solo otra forma de
comercialización, o si no me creen miren cuantos buzos del Che Guevara hay a la
venta o las bellas mascaras de V de Venganza. Al final no importa, el poeta solo
tiene una forma de revolución: la palabra. No importa cómo te comportes el
único camino es la palabra.
Ya que para ser un borracho no necesito de Bukowski, sino
de algo de alcohol, mi interés en su literatura es en su poesía, en ese diálogo
que se crea entre el lector y el texto, y no pretende iluminar a nadie.
Como mucho me sentí fascinado al leer “como ser un gran
escritor”, esa promesa de la banalidad y el placer es atrayente cuando se lee con
ingenuidad. Cuando lees y relees un texto muchas veces, en especial un poema,
vas quitándole la piel y se va volviendo cada vez más complejo. Un buen poema
crece con cada lectura y eso me pasa con ese poema de Bukowski. Su título juega
con lo que ahora nos gusta tanto: los manuales, las guías, las formulas. A
medida que avanza este siglo XXI las personas se concentran cada vez en buscar
más y más manuales para facilitarnos la vida. Pensamos que la vida es una
estructura a la cual ponerle tornillos y solo necesitamos saber en dónde
ajustarlos. Lo irrisorio del asunto es que estamos en un punto donde hay un gran
mercado de manuales que nos dicen cómo vivir, pero donde estamos más
perturbados mentalmente. Parece que esos manuales no nos sirven. Cuando entras
en el poema terminas entendiendo que ese “como ser un gran escritor” tiene una
ironía implícita y una palmadita en la espalda para quien realmente quiere
crear.
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