Las palabras que
debo son muchas:
A mis amigos les
debo las palabras de mi soledad
ellos, aún ante
mi genocida silencio, tocan a mi puerta
esperan que los
vacíos no llenen sus manos
lanzan sus abrazos al aire
y esperan que
caigan en mi cuerpo;
borrachines
de ojos torpes
guardan un
cariño intacto
a mis padres les
debo no más que esta sangre
estas hebras que
cosen distancias
les debo los
ecos y las sombras
y a ti mujer te
debo
el desencanto de
mi abandono
porque mientras
me embriago
tu soportas al
poeta
la tarea
titánica que las musas no pueden soportar
porque es la
mujer del poeta un pilar nostálgico
un oráculo en
entrega.
Pocas mujeres son para los poetas
y no necesitan ser nombradas
ellas existen y han viajado a la orilla
hacia donde el
poeta nada con desesperación.
Por eso te
debo
el verbo no
conjugado
la palabra ya
escrita
el verso que no
nacerá hoy.
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