Nota: Gracias a todos, esta es la última nota que comparto sobre Bukowski: de la banalización al arte poético. Como dije en la primera nota estos son fragmentos de un pequeño artículo de opinión que nunca terminé debido a condiciones de tiempo y economía. Sin embargo, algunas cosas me parecían interesantes y quería compartirlas. En vista de la aceptación de estas pequeñas notas y la motivación de algunos amigos he decidido darme el tiempo de terminar este artículo, espero más adelante traerlo completo.
Algunos de las dificultades a
la que nos enfrentamos los lectores que no somos poliglotas son las brechas de
las traducciones. En general los traductores de poesía se enfrentan a un gran
dilema: estética contra significado.
Decisión difícil de tomar. En el caso de nuestro siguiente verso podemos decir
que el significado literal nos contribuye más que la traducción.
“don't overexercise."
“No te exijas.”
Utilizar la vida propia para
generar imágenes me parece algo valioso. Pero esta traducción genera una mala
interpretación. Overexercise traduce
sobre exigencia. Acá el traductor sacrifico el significado por el ritmo. No es
algo malo, pero cuando hablamos del proceso escritor es necesario sábelo. Es diferente no exigirse a no sobre exigirse.
La sobre exigencia termina en la retórica, en el simulacro de honestidad. Pero
cuando los poemas nacen de la honestidad fluyen sin tener que forzarlos.
El problema de quedarnos en la
caricatura del escritor vago y borracho, es que no podemos admirar las visiones
del poema. Si nos alejamos de la caricatura quizás podemos ver el sentido de la contracorriente en la
creación.
“Duerme hasta el mediodía.
Evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en
término.
Acuérdate de que no hay un
pedazo de culo
en este mundo que valga más de
50 dólares (en 1977).”
El poeta se caracteriza por
desenvolverse de una manera diferente, a veces torpe, en el mundo. Incluso a
veces cultiva antivalores, como lo muestra Bukowski en este primer verso.
Quizás al inicio no parece un verso tan fuerte como las letanías a satán de
Baudelaire, pero es un antivalor en las ideologías circundantes en el medio:
capitalismo y comunismo. Por un lado el comunismo toma el trabajo y la
eficiencia como un valor que todo ciudadano debe darle a su sociedad, por su
parte el capitalismo propone el trabajo y la productividad para sí mismo. No importa
que tanto crea la sociedad que estos modelos sean diferentes, al final del día
ambos terminan exigiendo que te levantes temprano para convertirte en un
miembro productivo. Por ende, el poeta se convierte en un ser que desperdicia
las horas más productivas, pero que se despierta en la mitad del caos social,
en la mitad del día. Tiene sus sentidos prestos para observar el mundo desde
otra óptica, desde un amanecer tardío.
Pero Bukowski tiene la
necesidad del dinero, que no es más que una metáfora de las necesidades de las
cosas básicas de cualquier hombre. No tiene que ver con el capitalismo. Como
todos los poetas, en toda la historia, tiene que ver la forma de subsistir
mientras escribe. Pero, y ahora si interviene el capitalismo, la sociedad de Bukowski
tiene una solución a este problema, y todos se embarca a tomarla:
Los bancos dan créditos, que se traduce en vincularte al sistema y el poeta
pierde su autonomía, ya no solo está sujeto a su necesidad biológica, sino
también una necesidad jurídica. No aceptar los créditos pone al poeta como el
albatros de Baudelaire.
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